La conducta se aprende desde los primeros momentos de la vida del niño, conocer a tiempo las leyes que rigen este aprendizaje nos permitirá educar mejor al niño y evitar problemas que puedan influir negativamente en su desarrollo personal.
En este sentido, los puntos más importantes van a hacer referencia a cómo se aprende la conducta y los distintos métodos para poder incrementar los comportamientos adecuados y modificar los inadecuados.
Partimos de la idea central de que los padres tienen una gran influencia en el comportamiento de sus hijos y que este comportamiento es aprendido y puede modificarse.
Inicialmente, es importante que se tenga en cuenta qué conductas estamos reforzando y cuáles no, y si las conductas que reforzamos son las adecuadas. En este sentido, cualquier reacción por parte de los padres durante o inmediatamente después de cualquier conducta de su hijo, la refuerza: ya sea prestándole atención para alabarle o para regañarle o reprenderle.
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Cuando el niño realiza una conducta inadecuada, si no le prestamos ningún tipo de atención estaremos contribuyendo a que abandone esa conducta. Por el contrario, si queremos que realice más frecuentemente una determinada conducta deberemos reforzar su acción por medio de nuestra atención, alabanzas, palabras de ánimo, caricias, etc. En conclusión, una conducta se mantiene o desaparece según los efectos o consecuencias que se obtengan tras su realización.
De este modo, deberíamos contestar a preguntas tales como:
¿Es la conducta del niño apropiada para su edad, inteligencia o nivel alcanzado en su desarrollo de las habilidades sociales?
¿Es el entorno familiar en el que se mueve el niño el adecuado para cubrir las demandas razonables del niño?
¿Qué consecuencias, tanto agradables como desagradables, produce la conducta del niño en su entorno, padres, hermanos, personas que le rodean y sobre el propio niño?
En resumen, es importante que se tenga en cuenta que el niño tiene un nivel de desarrollo y realiza unas conductas que vienen determinadas, de una parte, por sus limitaciones biológicas y de desarrollo, es decir, por la edad que tiene; y por otra, por lo que va aprendiendo día a día. Todo ello enmarcado en un ambiente que facilitará o impedirá la adquisición de ciertos hábitos y conductas y del que los padres son en gran parto responsables.
Cuando un niño nace, no sabe jugar, estudiar, comer o hablar. Todas estas habilidades y comportamientos, al igual que la mayoría de los que un niño irá manifestando a lo largo de su desarrollo, los va a ir aprendiendo a lo largo de su vida.
La conducta de los niños, como la de todas las personas, puede estar determinada o ser causada por dos tipos de factores: innatos, es decir, biológicos o genéticos; y adquiridos o aprendidos.
Factores innatos
Son las capacidades básicas otorgadas por la herencia y determinadas por la naturaleza biológica de nuestra especie, estos factores pueden concretarse o distribuirse, fundamentalmente, en cuatro tipos diferentes: