La historia de Beth: ¿la pequeña psicópata? Por Sandra Guerrero
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Son muchos los autores que defienden la idea de que no es posible atribuir un diagnóstico relacionado con la psicopatía en la infancia temprana, algo que refleja con claridad las últimas versiones del Manual diagnóstico y Estadísticos del Los Trastornos Mentales (DSM).
Si bien históricamente las diferentes versiones del DSM catalogan estos problemas dentro de su Eje II (Trastornos de la Personalidad) fundamentalmente a través del trastorno antisocial, no hace lo mismo en su apartado referido a la infancia.
No obstante, cada vez más psicólo@s clínic@s, hablan de la posibilidad de un inicio de rasgos psicópatas en la primera parte de la vida de una persona, que actúe como base para el desarrollo del problema en su amplitud ya a final de la juventud y edad adulta.
Es el caso de Beth, una niña estadounidense víctima de abandono y abuso infantil por parte del padre. Su madre, falleció cuando Beth tenía un año de edad. Varios meses después, ella y su hermano Jon fueron encontrados en su casa en un estado deplorable sin apenas alimentación y llenos de suciedad, momentos en el que fueron tutelados por la administración competente, poco después, fueron adoptados.
Son los padres adoptivos de la pequeña quienes comienzan a detectar los primeros comportamientos extraños y violentos de la pequeña hacia su hermano, animales y juguetes así como de numerosas pesadillas que le atormentaban. Rápidamente diagnosticada por el Dr. Ken de trastorno reactivo del apego, característico en la psicopatía y sociopatía adulta.
Esta es una parte de la entrevista clínica realizada:
-“Dr. Ken: ¿Las personas te temen Beth?
-Beth: Sí.
-Dr. Ken: ¿Tus padres tienen miedo de ti?
-Beth: Sí.
-Dr. Ken: ¿Qué harías con ellos?
-Beth: Apuñalarlos.
-Dr. Ken: ¿Qué harías con tu hermano?
-Beth: Matarlo.
-Dr. Ken: ¿En quién te gustaría meter alfileres?
-Beth: En mamá y papá.
En las sesiones clínicas admitía haber maltratado a su hermano con cierta frialdad, propiciándole cabezazos contra el suelo, clavándole alfileres por todo el cuerpo incluido los genitales, incluso llegó a confesar haber intentado matarle en una ocasión, algo que no pudo materializar por ser descubierta por sus cuidadores. La ausencia de remordimiento o culpa era una constante en su relato.
Poco después la alteración del comportamiento también afectó al plano sexual. Beth comenzó a abusar de su hermano, algo que obligó a los padres adoptivos a encerrarla en su cuarto por las noches para evitar las incursiones a la habitación del hermano.
En 1989, el caso pasó a un terapeuta especializado en este tipo de problemática, Connell Watkins. El tratamiento fue eficaz aunque no estuvo exento de numerosas dificultades, fundamentalmente en lo referente a conductas agresivas con otros niños y niñas.
Gracias al intenso tratamiento, Beth pudo “normalizar” su conducta social y actualmente lleva una vida plenamente integrada como enfermera obteniendo varios reconocimientos por sus méritos profesionales.
Todo ello nos lleva a varias reflexiones como es la importancia de la experiencia previa como condicionante del comportamiento presente y futuro. También de la relevancia de la vida emocional en el humano y su influencia en la adquisición de problemas psicológicos graves.
Por último, del poco consenso profesional a la hora de establecer criterios claros en la existencia de este tipo de problemáticas existentes también en población infantil.
Ver video Beth: https://www.youtube.com/watch?v=-WOkND4CScw
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